Ministerio de Dios

martes, 17 de agosto de 2010

El desarrollo de la fe

El Desarollo de la fe


El Señor desea que nazcas de nuevo, vivas, camines y pelees batallas por fe para finalmente morir confiado porque tu descendencia continuará confiando en Él.

En tiempos antiguos, cuando alguien deseaba declarar su voluntad, dejar bienes o definir leyes y estatutos, los escribía, a veces en pergaminos de origen animal o en papiros de origen vegetal que enrollaba y entregaba. Quien deseaba gozar de los beneficios escritos allí, debía desenrollar y poner en práctica. Ese es el origen de la palabra “desarrollar”. Nos desarrollaremos cuando desenrollemos lo que está escrito para nosotros.

Jesús lo hizo, leyó y dijo: “Hoy se ha cumplido la Escritura”. Debemos desarrollar carácter, habilidades y especialmente la fe que tiene niveles. Porque cada uno recibió del Señor una medida de fe.

Nacer de nuevo por fe

Romanos 10:9-10 nos recuerda: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

El primer nivel de la fe es nacer de nuevo. Con el corazón se cree para justicia y con la boca que cree para salvación. Nacemos de nuevo cuando lo confesamos con nuestros labios y aseguramos que Jesús es nuestro Señor y Salvador.

Juan 3:3 dice: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Cuando recibimos al Señor voluntariamente, conscientes de nuestro pecado, nacemos de nuevo, es decir que nos convertimos en nuevas criaturas, lista a crecer en fe. El mismo día que le recibí y dije esa pequeña pero poderosa oración, supe que algo había sucedido dentro de mí. A la semana de leer las Escrituras noté los cambios. Yo era muy mal hablado y vulgar con mi forma de expresión. Mi vicio por decir malas palabras era tal que constantemente debía pedir perdón a mi mamá porque se me salían las palabrotas delante de ella. Entonces descubrí que es cierta la Palabra que dice “de la abundancia del corazón habla la boca”, así que decidí que de mis labios solamente saldrían buenas palabras que hablaran de la abundancia del nuevo corazón que tenía siendo una nueva criatura en el Señor.

Efesios 2:8-9 nos recuerda: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

La fe y la gracia nos hacen nacer de nuevo, este es el primer paso, el primer nivel.

2 Corintios 5:17 también afirma: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

No lo olvides, eres nueva criatura que ha nacido por fe. Al entregarle nuestra vida al Señor, nacemos del Espíritu quien nos hizo partícipes de la naturaleza divina. Entonces no hay nada que la fe no pueda lograr porque es capaz de lograr que nazcas de nuevo y no hay nada más difícil que eso. Si la fe puede lograr que nazca un nuevo Carlos, María, Juan, etc., ¡es capaz de hacer todo lo demás que sea necesario! Dentro de ti hay otra persona, tu espíritu se comunica con Dios, ama las Escrituras y busca una vida de santidad, literalmente hay un nuevo ser en tu interior. Pablo decía: “No sé qué hacer porque con mi espíritu quiero servir a Dios y con mi carne al pecado”. Con estas palabras afirmaba que había un nuevo Pablo dentro de él, una simiente incorruptible que crece y busca al Señor. Si fuiste capaz de creer que eres nuevo y viste emerger una nueva persona en tu interior, no hay enfermedad, tristeza o pobreza que triunfe en tu vida porque serás capaz de superarla. Tu fe es poderosa, te hace caminar en novedad de vida, te da la capacidad de escuchar a Dios, leer las Escrituras y también de superar cualquier dificultad para crecer y triunfar. Lo más difícil, nacer de nuevo y ver tu nombre escrito en el libro de la vida, ya fue hecho, así que superar la economía y la enfermedad será fácil con la fe que te ha sido dada y que debes hacer crecer. Recuerda que a los cristianos se les llama “creyentes” porque son capaces de poner su fe por obras.

Vivir por fe

Habacuc 2:4 asegura: He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.

El que vive por fe no lo hace por orgullo porque creer es demostrar humildad. No es lo mismo decir “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” que decir “Yo soy capaz de todo”. Demuestra que eres de los justos que en humildad ha nacido por fe y ahora vive por esa misma fe. Cuando nacemos de nuevo, somos trasladados del reino de mundo al Reino del Señor y operamos bajo Sus estatutos, leyes y orden que nos hacen creer en un futuro de paz, gozo y estabilidad. La Palabra dice: “Busca primeramente el Reino de Dios y Su justicia y todas estas cosas os serán dadas”. Esto significa que el Reino trae “cosas” para quienes viven por fe, no para quienes solamente han nacido por fe pero luego no la practican y hacen crecer.

Romanos 6:4 también confirma: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Tu vida de desconfianza y temor ya fue sepultada con el bautismo, ahora que eres una nueva criatura debes vivir conforme a esa fe que fue capaz de hacerte renacer.

Mateo 6:25-30 nos habla de nuestra vida de fe: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

Quien ha nacido por fe no se afana porque entiende que la vida es más que comida y vestido. La Palabra es clara y nos dice que somos valiosos, más que los lirios y las aves, por tanto no debemos afanarnos. Esto no significa que nos quedaremos de brazos cruzados esperando que llueva ropa y comida sino que nuestra fe en la providencia del Señor estará por sobre el afán del trabajo. El que trabaja poniendo su fe en Dios recibirá bendición. Busca siempre esforzarte y dar lo mejor porque de esa forma demuestras tu fe y vives conforme a ella. Debes aplicar tu fe en las cosas pequeñas y también en las grandes, en las sencillas como vestir y en las complicadas como ver una nación entregada a los pies de Cristo. La crisis económica no debe dominar tu espíritu ni capacidad de ver hacia adelante, cuando piensas en estrechez y pobreza dudas del Señor que desea bendecirte. Ni siquiera los perros callejeros mueren de hambre, mucho menos tú que eres bendito de Dios. Yo no he tenido que ministrar leones, osos, ballenas o peces afligidos por el futuro, ¡he tenido que ministrar cristianos, creyentes que dicen vivir por fe! Su poder es tan palpable que te aseguro que te han invitado a comer más veces, justo cuando has estado más limitado de dinero. Incluso te han llevado a restaurantes que no podrías pagar ni cuando te va bien. Es así como Dios te dice: “Eres importante para mí, no temas”. Entonces, vive confiado y trabaja conforme a tu fe. Lucha por obtener siempre lo mejor, no seas conformista y esfuérzate.

Caminar por fe

2 Corintios 5:7 afirma: porque por fe andamos, no por vista.

El tercer nivel es caminar por fe y no por vista. Debemos ser como los ciegos que caminan con un bastón, no ven por dónde van y alguien debe tomarles del brazo y guiarles, deben estar atentos, escuchar instrucciones hasta llegar a su destino y realizar lo que desean. No vemos el rumbo pero escuchamos al Señor que nos guía y lleva a nuestro destino. No temas porque el Espíritu Santo te orienta por fe. Lo mismo hacen los pilotos que vuelan por instrumentos. Conducen los aviones escuchando indicaciones y revisando instrumentos.

Cuando tomas un periódico y te deprimes porque lees todo lo malo, no estás caminando por fe sino por tus sentidos humanos y te debilitas. Debes tener tus oídos atentos para escuchar a Dios que desea orientar tu vida y darte instrucciones para alcanzar Sus promesas. Dios fue quien le dijo a Abraham que se levantara y caminara para salir de la tierra de los caldeos. Seguramente Sara le preguntó hacia dónde iban pero él le dijo: “No sé, solamente escucho al Señor y obedezco”. Moisés también se dejó guiar por la voz de Dios. Ante el mar rojo no se dejó dominar por lo que veía sino que obedeció las órdenes. La vida no se trata de tener siempre las soluciones a la mano sino buscar a Dios en cada momento. Las persecuciones como la que vivió Moisés por los egipcios ante el Mar Rojo, muchas veces son una forma de presionarte para que creas, le preguntes, obedezcas y camines por fe.

Nacemos por fe, vivimos por fe y debemos caminar por fe. Hacerlo es no saber qué viene en el futuro pero tener la certeza de que nos irá bien porque tenemos nuestra esperanza puesta en Dios, no en el sistema de este mundo. Pablo decía que no comería el que no trabajara y Jesús dijo que somos más que los lirios del campo que no trabajan y se visten bien. El mensaje no se contradice, por el contrario se complementa porque la enseñanza es no poner nuestra fe en el trabajo sino en el Señor que lo hará dar fruto. Nuestra esperanza no depende de nuestro trabajo sino de la Palabra de Dios. Imita a Abraham y Moisés que caminaban por fe y emprendían la marcha confiados en el amor de Dios.

Luchar por fe

1 Timoteo 6:11-12 dice: Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

Esta Palabra le habla a alguien que ya nació, vivió y caminó por fe, es decir que ha sido formado como hombre de Dios. La batalla es el cuarto nivel de la fe. Abraham es ejemplo de caminar por fe, Josué ante Jericó, Elías ante los profetas de Baal y David ante los gigantes son ejemplo de pelear por fe. En el nivel de “vivir por fe” no peleas contra demonios sino contra tu propia desconfianza. No es Satanás ni las tinieblas quienes te atacan sino tu debilidad ante las dificultades. La batalla de la fe tiene que ver con enemigos que visitan tu casa, quieren quitarte a tus hijos, robar tu bendición y probar tu fortaleza porque ya caminas por fe. Sólo las batallas frente a los enemigos nos hacen más que vencedores. Caminar y vivir por fe no es pelear. Lucha seguro de la victoria porque tú y Él son mayoría y no temerás mal alguno ya que está a tu lado y te hará vivir confiado todas las noches de tu vida.

Pablo también añadió en 2 Timoteo 4:6-7: Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Pablo ya había peleado la batalla y acabado su carrera con fe.

Morir con fe

Hebreos 11:20-22 nos habla del quinto nivel de la fe: Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.

Por la fe debes decirle a tus hijos qué esperar cuando ya no estés con ellos. Jacob se agarró de un bordón y adoró al Señor porque sabía su futuro. Morir era ganancia y le declaró a sus hijos que les iría bien. Pidió que no lo enterraran en el desierto sino que cargaran con sus huesos hasta la Tierra Prometida. La seguridad es el nivel más alto de fe que podemos encontrar. Nacemos por fe, debemos aprender a vivir, caminar y pelear por fe para morir con fe. Hay promesas que tus ojos no verán y que deberás delegar a tus hijos y nietos con la seguridad de que Dios no miente. Él te ayuda a creer y esperar más allá de la muerte y desea bendecirte por generaciones. Dale gracias y aprende a desarrollar tu fe para vivir confiado porque tu futuro será bueno y el de tus descendientes será aún mejor.

martes, 10 de agosto de 2010

Conquistando la vida del pensamiento

En el nombre de Jesús tomo autoridad sobre mi vida de pensamientos. Aunque yo camine en la carne, no peleo mi milicia de acurdo a la carne y usando armas meramente humanas. Porque las armas de mi milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Yo derribo argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

Con mi alma bendeciré al Señor con cada pensamiento y propósito en mi vida. Mi mente no divagará de la presencia de Dios. Mi vida glorificará al Padre. No tomo en cuenta el mal que se me ha hecho, no presto atención al mal que he sufrido. No tiene lugar en mi vida de pensamientos. Estoy siempre dispuesto a creer lo mejor de toda persona. Me ciño los lomos de mi mente y dispongo mi mente en las cosas de arriba, las cosas más altas, no en las cosas que están en la tierra.

Todo lo bueno, todo lo que sea digno de reverencia y es honorable y correcto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo digno de amar, todo lo amable y todo lo bondadoso y lo de gracia, si hay alguna virtud y excelencia en ello, si hay algo digno de alabanza, yo pensaré lo pesaré y tomaré en cuenta, fijaré mi mente en ellas.

La mente carnal no está operando ya, porque yo tengo la mente de Cristo, y sostengo los pensamientos de su corazón. Yo practicaré lo que he aprendido y recibido y escuchado y visto en Cristo, y tomaré el modelo para mi vida. El Dios de paz estará conmigo.


Escrituras de referencia:

* 2 Corintios 10:3-5
* Salmos 103:1
* 1 Corintios 6:20
* 1 Corintios 13:16
* 1 Corintios 2:16
* Filipenses 4:9
* 1 Pedro 1:13
* Salmo 103:1
* Colosenses 3:2

Transmisión de video En tiempo de crisis, ¡cree! en cashluna.org

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El gozo de la obediencia


La consecuencia de obedecer es recibir bendición. Pon tu esperanza en el Señor que recompensa el corazón obediente y humilde.

En 1984 asistía a un estudio bíblico sobre cómo predicar y una de las evaluaciones era preparar y compartir un mensaje de diez minutos. Le pedí al Señor que me diera una Palabra que tocara el corazón de los estudiantes y profesores. El tema que me inspiró fue la obediencia.

Le agradezco muchísimo a mi madre por enseñarme a obedecer. Lo que no aprendí escuchándole, lo aprendí recibiendo un par de nalgadas que me hacía recordar lo que debía hacer. Enseña a tus hijos a obedecer porque si lo hacen contigo que eres humano e imperfecto a quien pueden ver, después podrán obedecer a Dios que es amoroso y perfecto aunque no lo ven. Aprende a llevar gozo en tu corazón, no por la circunstancia que vives sino por la rectitud de tus actos aunque las consecuencias no siempre sean buenas de inmediato. La obediencia nos conduce a tomar acciones correctas que tal vez, al principio, no traigan gozo pero nos beneficiarán de alguna forma, iniciando por la satisfacción de hacer bien y no mal. Lo bueno no siempre es agradable. Corregir a tus hijos, hablarles fuerte o darles un jalón de orejas no es agradable pero es bueno, así que debemos hacerlo porque será maravilloso verlos crecer como mejores personas. Obedezcamos aunque las circunstancias no nos traigan gozo inmediato.

Obediencia a toda prueba:

Génesis 41:50-53 relata: Y nacieron a José dos hijos antes que viniese el primer año del hambre, los cuales le dio a luz Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción. Así se cumplieron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto.

José es un claro ejemplo de obediencia a pesar de las malas circunstancias y nos demuestra que es posible recibir fruto en medio de la aflicción. Muchas veces pasamos por capítulos difíciles que no quisiéramos vivir pero lo importante es el final de la historia, lo bueno que vendrá si actuamos correctamente. El final de José fue muy bueno, aunque el proceso para lograrlo no fue exactamente agradable.

Génesis 41:46 recuerda: Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto.

Si José tenía treinta años cuando se presentó delante de Faraón, significa que tuvo a sus dos hijos a los treinta y siete, justo antes que iniciara el tiempo de escases y llegó a ser un hombre sumamente próspero. Tanto así, que después de Faraón, nadie era más importante en Egipto.

Génesis 41:38-44 lo dice de esta forma: Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto.

Estas palabras de Faraón son el final feliz de una vida llena de dificultades. José cosechó frutos de su obediencia pero lo que vivió antes fue realmente desagradable. Todos deseamos ser levantados de esa forma pero no siempre estamos dispuestos a pagar el precio por lograrlo.
Cierta vez, una niña que amaba tocar el violín fue al concierto del mejor violinista del mundo. Al final, le dieron la oportunidad de conocerlo y cuando se le acercó le dijo: “daría la vida por tocar el violín como usted lo hace”. A lo que el artista respondió: “efectivamente eso es lo que yo hice, di la vida por llegar a tocar de esta forma”. Si deseamos alcanzar las promesas del Señor, debemos estar dispuestos a esforzarnos, trabajar, someternos, tener dominio propio y alcanzar sabiduría en la administración de nuestros bienes, dar la vida si es necesario por obedecerle y ser dignos de que Su voluntad se cumpla en nosotros. Obtener algo bueno siempre tiene un precio que es necesario pagar.

El precio de soñar

Génesis 37:1-8 inicia la historia de José: Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras.

Es hermoso tener sueños, especialmente si estamos convencidos de que vienen del Señor, tal como José sabía. El problema es que no sabemos qué camino nos llevará a verlos realizados. También es lindo ser el preferido de papá y que nos vista mejor que a otros, pero no sabemos los sentimientos que esta actitud despierta en quienes no reciben lo mismo.

La obra hecha con excelencia despierta envidia. La Biblia dice que los celos y la enviada hacen caer a la gente. Lo primero que marcó la vida de José fue el don que recibió y que provocó la envidia de sus hermanos. Ellos lo aborrecieron en vez de intentar imitarle y obrar bien. Sus corazones estaban infectados por malos sentimientos que crecían conforme José hallaba favor ante los ojos de Dios y su padre. La bendición siempre trae envidia. No le cuentes tus sueños a todo el mundo. Sé discreto porque nunca sabrás los sentimientos que despertarán en otros. Aléjate de las personas envidiosas que critican a quienes les va bien porque en cualquier momento serás tú el objeto de su mal corazón y sus críticas.

Génesis 37:9-11 continúa el relato: Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.

Los sueños de José dejaban pensativo a su padre. Ninguno interpretaba que él llegaría a tener preeminencia para bendecirlos a todos, porque era el elegido para alimentar a Egipto e Israel durante la época de pobreza. Sin embargo, José nunca torció su corazón y fue obediente hasta el final porque sabía que el Señor estaba junto a él. Las consecuencias de la bendición no siempre son favorables en el camino para lograr los buenos objetivos, pero tu corazón debe permanecer limpio de todo mal para alcanzar la recompensa y llegar a tu destino. Dios me hizo ver que Su perfecta, buena y agradable voluntad es como el botón que da “reset” a un aparato eléctrico para reiniciarlo y lograr que Sus planes de bien empiecen a operar en aquellos que le obedecen.

El transporte al éxito

Génesis 37:19-20 habla sobre las duras palabras e intenciones de los hermanos de Jose: Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños.

Los hermanos dijeron llenos de envidia: “veremos cómo se cumple tu sueño”. Realmente hay que estar muy mal para envidiar la ropa de otro. Como algunas personas que se fijan en los zapatos o el vestido de la señora de enfrente y se mueren de la envidia. Los hermanos quisieron matarlo por ser privilegiado. La prosperidad de unos refleja lo que hay dentro del corazón de otros. Sucede incluso en la familia donde no todos prosperan al mismo tiempo. Entonces surgen las diferencias entre tíos, hermanos, primos y cuñados que critican a quien logró destacar. Cuando eso sucede, comprendemos porqué la bendición llega primero para unos y no para todos porque recibe primero quien tiene mejor disposición y buen corazón. Los hermanos no recibieron la túnica de colores porque no eran dignos de ella. Por el contrario, José tenía un corazón puro e inocente. Contaba sus sueños sin el afán de sentirse más que otros pero la interpretación de los hermanos fue equivocada, evidenciando lo malo que había en el interior de cada uno. Alguien con buen corazón hubiera dicho: “José es el elegido para darnos de comer, por eso en el sueño sus espigas eran mayores y ahora debemos ayudarlo”. Pero la interpretación del corazón mezquino y envidioso fue: “José nos gobernará y debemos destruirlo”. Tu forma de reaccionar ante las personas que reciben bendición es reflejo de los sentimientos que hay en tu interior. Demuestra que eres hijo de Dios y actúas como tal ante los afortunados y los que no lo son tanto. El transporte al éxito puede ser enfrentar críticas y envidias, no es agradable pero de la mano del Señor siempre nos llevará a recibir bendición.

Génesis 37:21-28 dice sobre lo que hicieron finalmente: Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.

¡Los hermanos se pasaron de comerciantes! Soñar es lindo pero no siempre es agradable el camino para alcanzar el éxito. Los sueños llevaron a José a la esclavitud y a la cárcel. Su transporte al éxito era pasar por todo eso y creer que era para bien. No juzgues las cosas en el momento que ocurren porque puedes equivocarte, lo bueno al principio tal vez parece malo pero al final te hará un bien.

En Génesis 39:1-5 nos enteramos de lo que sucedió en Egipto: Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Más Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

Sin importar cuál sea tu condición, debes demostrar que eres bendito del Señor y prosperarás. José prosperó siendo esclavo y fue de bencidión para su amo. Debes hacer bien tu trabajo siendo empleado, empresario o gobernante, donde quiera que estés, honra a Dios haciendo tu trabajo con excelencia. Ser despedido es caer en desgracia, ser promovido es hallar gracia. No busques un trabajo donde te bendigan sino donde seas de bendición como José, quien no guardó rencor en su corazón sino hizo lo correcto sin importar a quien bendecía con su buen proceder.

Resistir la tentación

Génesis 39:7-9 nos relata el momento de la tentación de José: Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?

La esposa de Potifar insistió en varias ocasiones hasta que una vez, José salió corriendo desnudo y lo acusaron de violador. En ese momento inició una nueva prueba de fe y paciencia. En la cárcel halló gracia delante del carcelero y allí todo comenzó a prosperar. Lo metieron donde estaban los presos del rey y sin importarle las consecuencias, continuó utilizando el don que Dios le había dado e interpretó los sueños del copero y el panadero. Al cumplirse su interpretación, el panadero fue ajusticiado y el copero fue liberado. Entonces, José pide el único favor en toda su historia, diciendo al copero que lo recordara cuando estuviera ante Faraón. Todo estaba marcado en el plan de Dios que no lo tenía destinado para la cárcel y José lo sabía. Sus sueños se cumplirían porque era la voluntad del Señor que así sucediera.

El destino de José no era quedarse en casa de Potifar y ser esclavo toda su vida, tuvo que pasar por la cárcel para llegar a Faraón, interpretar los sueños de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas para cumplir su destino de prosperar y alimentar a muchos. Debía pasar por ese valle de sombras y lo hizo con obediencia y humildad. Nunca se vengó de nadie, siempre tuvo un corazón correcto y el punto clave, fue capaz de vencer la tentación que intentó desviar su camino. Ante la mujer de Potifar sabía que las dos opciones que se presentaban eran malas, si aceptaba las insinuaciones y caía en tentación, pecaría y tarde o temprano pagaría las consecuencias; si no aceptaba, iría a la cárcel injustamente, así que prefirió obrar bien aunque la consecuencia directa también era desagradable. Cuando tengas que tomar una decisión frente a la posibilidad del pecado, escoge mantenerte en obediencia al Señor porque la recompensa final será buena. En ese momento, Dios le dará “reset” a Sus planes que se reiniciarán en tu vida para bendecirte. La consecuencia de la obediencia será buena delante del Señor. Es tiempo de volver el corazón a Él y obedecer.

Los malos momentos que se originan con la obediencia son el transporte que Dios envía para alcanzar el éxito. Gózate en hacer Su voluntad aunque lo que venga no sea agradable porque luego podrás hacer como José que nombró a sus hijos Manasés y Efraín en agradecimiento por fructificar en medio de la aflicción. Cuando le entregas tu vida al Señor, el sufrimiento es pasajero y el fruto es permanente. Bendice Su nombre porque todo lo que afrontas te hace una mejor persona. Vive con gozo cualquier capítulo y pon tu esperanza en el Señor que es fiel y cumple Sus promesas.