Ministerio de Dios

viernes, 1 de julio de 2011

Acepta la invitacióna Palabra nos habla de un hombre que preparó un banquete e invitó a mucha gente a disfrutarlo. Al leer con atención, vemos que los invitados ya estaban en el lugar y el sirviente salió a decirles que pasaran adelante porque ya todo estaba listo. En ese momento, se excusaron para no entrar (Lucas 14:16-17).

Este pasaje me hace recordar invitaciones que he hecho y me han hecho. Una de las más importantes que hice fue la invitación para mi boda. Sonia y yo preparamos todo con dedicación, no teníamos mucho dinero, así que nuestras invitaciones fueron sencillas, aunque muy lindas. Quienes nos amaban, no nos rechazarían.

Otra invitación que recuerdo fue la que me hicieron para predicar un miércoles en una asamblea de aproximadamente 60 personas. Era mi primera ocasión formal y me preparé comprando el mejor traje que pude pagar. Esa era una oportunidad de oro, era un honor y la acepté lleno de gozo. Una invitación es una oportunidad y nunca hay que desaprovecharla.

Cuando Jesús nos invita a servirle, nos da la oportunidad de ganar galardones. No importa si eres empresario, obrero o estudiante, todos debemos aceptar la oportunidad de servirle.No obtendremos galardón en el cielo por nuestros éxitos empresariales, sino por la cantidad de personas que llevemos al conocimiento de Dios.

Tuve la oportunidad de predicar en Inglaterra la semana que se casó el príncipe William con su prometida Kate. Era impresionante ver los preparativos. Pensé: ¿qué pasaría si me hubieran invitado? Si esa invitación de la realeza terrenal es un honor, ¿cuánto más significa la invitación que nos hace nuestro Dios? ¡La invitación del Señor es la más valiosa que puedes recibir en toda tu vida, no la rechaces!

Lucas 14:18-20 cuenta lo que dijeron los invitados al banquete. Ellos estaban conscientes de que rechazaban algo importante porque “rogaron que los excusaran”. En el original, la palabra “ruego” es la misma que se utiliza para “orar”. Recordemos que la oración es le medio para comunicarnos con Dios, agradecerle por Sus bendiciones y pedirle que nos libre de la tentación, no para excusarnos porque no queremos servirle.

Veamos que las tres razones que los convidados dieron son excusas tontas. El primero dijo que había comprado una finca y debía verla. Nadie compra algo sin verlo primero, además, era de noche, era ridículo decir que iba a inspeccionarla en medio de la oscuridad. Imaginemos que iba con una linterna de aceite, ¿qué podría ver? ¡Nada que estuviera más allá de su nariz! Es una excusa tan tonta como la que dio el segundo convidado al decir que había comprado unos bueyes que debía probar. ¡Seguro quería arar la tierra del otro ingenuo! Me suena como si fueran dos de los tres chiflados. Y el tercer chiflado es quien se excusó porque se había casado, cuando los recién casados buscan llegar tarde a su casa, felices porque ya no tienen que dar explicaciones a nadie por lo que hacen. No puedes poner excusas baratas para no servir a Dios que todo lo sabe. No uses la oración para decirle: “Dejo el grupo, dejo de servirte porque estoy cansado”. Usa la oración para decirle: “Gracias por la invitación que me das para servirte, renueve mis fuerzas para hacerlo bien y perseverar”.

Entonces, el amo se enojó al ser rechazado (Lucas 14:21-22). Nuestros rechazo puede cambiar el estado de ánimo al Señor y provocar que envíe por los pobres que no pueden menospreciarlo por comprar algo, y que llamen a los mancos que no pueden excusarse por el trabajo pendiente. Dios buscará a quienes se sientan honrados con Su invitación y la acepten encantados.

El Señor quiere que Su casa se llene para no dejar lugar a quienes se negaron a aceptar Su invitación (Lucas 14:23-24). ¡De esa forma serán rechazados quienes le rechazaron! Quienes más bendición han recibido, más compromiso tienen de no rechazar al Señor. Pareciera que mientras más servimos a nuestro Señor, más nos acomodamos y corremos el riesgo de olvidar o relativizar Su gran valor y majestad. No nos olvidemos de quién es Él.

Nunca he visto a Jesús rogar a nadie para que le sirva o detener a alguien que renuncia hacerlo. Si te has alejado porque pecaste, Dios te da la oportunidad de restaurarte y tomar de nuevo tu lugar. Si estás cansado, acércate más a Él y pídele nuevas fuerzas, seguro te las dará. Nunca te rindas y le abandones. Acepta Su invitación, permítele entrar en tu corazón y darte vida eterna. Verás que nunca te arrepentirás de hacerlo porque servirle y disfrutar de Su banquete es un gran honor.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Transmisión de video La actitud de la cosecha en cashluna.org

Transmisión de video La actitud de la cosecha en cashluna.org

martes, 17 de agosto de 2010

El desarrollo de la fe

El Desarollo de la fe


El Señor desea que nazcas de nuevo, vivas, camines y pelees batallas por fe para finalmente morir confiado porque tu descendencia continuará confiando en Él.

En tiempos antiguos, cuando alguien deseaba declarar su voluntad, dejar bienes o definir leyes y estatutos, los escribía, a veces en pergaminos de origen animal o en papiros de origen vegetal que enrollaba y entregaba. Quien deseaba gozar de los beneficios escritos allí, debía desenrollar y poner en práctica. Ese es el origen de la palabra “desarrollar”. Nos desarrollaremos cuando desenrollemos lo que está escrito para nosotros.

Jesús lo hizo, leyó y dijo: “Hoy se ha cumplido la Escritura”. Debemos desarrollar carácter, habilidades y especialmente la fe que tiene niveles. Porque cada uno recibió del Señor una medida de fe.

Nacer de nuevo por fe

Romanos 10:9-10 nos recuerda: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

El primer nivel de la fe es nacer de nuevo. Con el corazón se cree para justicia y con la boca que cree para salvación. Nacemos de nuevo cuando lo confesamos con nuestros labios y aseguramos que Jesús es nuestro Señor y Salvador.

Juan 3:3 dice: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Cuando recibimos al Señor voluntariamente, conscientes de nuestro pecado, nacemos de nuevo, es decir que nos convertimos en nuevas criaturas, lista a crecer en fe. El mismo día que le recibí y dije esa pequeña pero poderosa oración, supe que algo había sucedido dentro de mí. A la semana de leer las Escrituras noté los cambios. Yo era muy mal hablado y vulgar con mi forma de expresión. Mi vicio por decir malas palabras era tal que constantemente debía pedir perdón a mi mamá porque se me salían las palabrotas delante de ella. Entonces descubrí que es cierta la Palabra que dice “de la abundancia del corazón habla la boca”, así que decidí que de mis labios solamente saldrían buenas palabras que hablaran de la abundancia del nuevo corazón que tenía siendo una nueva criatura en el Señor.

Efesios 2:8-9 nos recuerda: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

La fe y la gracia nos hacen nacer de nuevo, este es el primer paso, el primer nivel.

2 Corintios 5:17 también afirma: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

No lo olvides, eres nueva criatura que ha nacido por fe. Al entregarle nuestra vida al Señor, nacemos del Espíritu quien nos hizo partícipes de la naturaleza divina. Entonces no hay nada que la fe no pueda lograr porque es capaz de lograr que nazcas de nuevo y no hay nada más difícil que eso. Si la fe puede lograr que nazca un nuevo Carlos, María, Juan, etc., ¡es capaz de hacer todo lo demás que sea necesario! Dentro de ti hay otra persona, tu espíritu se comunica con Dios, ama las Escrituras y busca una vida de santidad, literalmente hay un nuevo ser en tu interior. Pablo decía: “No sé qué hacer porque con mi espíritu quiero servir a Dios y con mi carne al pecado”. Con estas palabras afirmaba que había un nuevo Pablo dentro de él, una simiente incorruptible que crece y busca al Señor. Si fuiste capaz de creer que eres nuevo y viste emerger una nueva persona en tu interior, no hay enfermedad, tristeza o pobreza que triunfe en tu vida porque serás capaz de superarla. Tu fe es poderosa, te hace caminar en novedad de vida, te da la capacidad de escuchar a Dios, leer las Escrituras y también de superar cualquier dificultad para crecer y triunfar. Lo más difícil, nacer de nuevo y ver tu nombre escrito en el libro de la vida, ya fue hecho, así que superar la economía y la enfermedad será fácil con la fe que te ha sido dada y que debes hacer crecer. Recuerda que a los cristianos se les llama “creyentes” porque son capaces de poner su fe por obras.

Vivir por fe

Habacuc 2:4 asegura: He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.

El que vive por fe no lo hace por orgullo porque creer es demostrar humildad. No es lo mismo decir “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” que decir “Yo soy capaz de todo”. Demuestra que eres de los justos que en humildad ha nacido por fe y ahora vive por esa misma fe. Cuando nacemos de nuevo, somos trasladados del reino de mundo al Reino del Señor y operamos bajo Sus estatutos, leyes y orden que nos hacen creer en un futuro de paz, gozo y estabilidad. La Palabra dice: “Busca primeramente el Reino de Dios y Su justicia y todas estas cosas os serán dadas”. Esto significa que el Reino trae “cosas” para quienes viven por fe, no para quienes solamente han nacido por fe pero luego no la practican y hacen crecer.

Romanos 6:4 también confirma: Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Tu vida de desconfianza y temor ya fue sepultada con el bautismo, ahora que eres una nueva criatura debes vivir conforme a esa fe que fue capaz de hacerte renacer.

Mateo 6:25-30 nos habla de nuestra vida de fe: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

Quien ha nacido por fe no se afana porque entiende que la vida es más que comida y vestido. La Palabra es clara y nos dice que somos valiosos, más que los lirios y las aves, por tanto no debemos afanarnos. Esto no significa que nos quedaremos de brazos cruzados esperando que llueva ropa y comida sino que nuestra fe en la providencia del Señor estará por sobre el afán del trabajo. El que trabaja poniendo su fe en Dios recibirá bendición. Busca siempre esforzarte y dar lo mejor porque de esa forma demuestras tu fe y vives conforme a ella. Debes aplicar tu fe en las cosas pequeñas y también en las grandes, en las sencillas como vestir y en las complicadas como ver una nación entregada a los pies de Cristo. La crisis económica no debe dominar tu espíritu ni capacidad de ver hacia adelante, cuando piensas en estrechez y pobreza dudas del Señor que desea bendecirte. Ni siquiera los perros callejeros mueren de hambre, mucho menos tú que eres bendito de Dios. Yo no he tenido que ministrar leones, osos, ballenas o peces afligidos por el futuro, ¡he tenido que ministrar cristianos, creyentes que dicen vivir por fe! Su poder es tan palpable que te aseguro que te han invitado a comer más veces, justo cuando has estado más limitado de dinero. Incluso te han llevado a restaurantes que no podrías pagar ni cuando te va bien. Es así como Dios te dice: “Eres importante para mí, no temas”. Entonces, vive confiado y trabaja conforme a tu fe. Lucha por obtener siempre lo mejor, no seas conformista y esfuérzate.

Caminar por fe

2 Corintios 5:7 afirma: porque por fe andamos, no por vista.

El tercer nivel es caminar por fe y no por vista. Debemos ser como los ciegos que caminan con un bastón, no ven por dónde van y alguien debe tomarles del brazo y guiarles, deben estar atentos, escuchar instrucciones hasta llegar a su destino y realizar lo que desean. No vemos el rumbo pero escuchamos al Señor que nos guía y lleva a nuestro destino. No temas porque el Espíritu Santo te orienta por fe. Lo mismo hacen los pilotos que vuelan por instrumentos. Conducen los aviones escuchando indicaciones y revisando instrumentos.

Cuando tomas un periódico y te deprimes porque lees todo lo malo, no estás caminando por fe sino por tus sentidos humanos y te debilitas. Debes tener tus oídos atentos para escuchar a Dios que desea orientar tu vida y darte instrucciones para alcanzar Sus promesas. Dios fue quien le dijo a Abraham que se levantara y caminara para salir de la tierra de los caldeos. Seguramente Sara le preguntó hacia dónde iban pero él le dijo: “No sé, solamente escucho al Señor y obedezco”. Moisés también se dejó guiar por la voz de Dios. Ante el mar rojo no se dejó dominar por lo que veía sino que obedeció las órdenes. La vida no se trata de tener siempre las soluciones a la mano sino buscar a Dios en cada momento. Las persecuciones como la que vivió Moisés por los egipcios ante el Mar Rojo, muchas veces son una forma de presionarte para que creas, le preguntes, obedezcas y camines por fe.

Nacemos por fe, vivimos por fe y debemos caminar por fe. Hacerlo es no saber qué viene en el futuro pero tener la certeza de que nos irá bien porque tenemos nuestra esperanza puesta en Dios, no en el sistema de este mundo. Pablo decía que no comería el que no trabajara y Jesús dijo que somos más que los lirios del campo que no trabajan y se visten bien. El mensaje no se contradice, por el contrario se complementa porque la enseñanza es no poner nuestra fe en el trabajo sino en el Señor que lo hará dar fruto. Nuestra esperanza no depende de nuestro trabajo sino de la Palabra de Dios. Imita a Abraham y Moisés que caminaban por fe y emprendían la marcha confiados en el amor de Dios.

Luchar por fe

1 Timoteo 6:11-12 dice: Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.

Esta Palabra le habla a alguien que ya nació, vivió y caminó por fe, es decir que ha sido formado como hombre de Dios. La batalla es el cuarto nivel de la fe. Abraham es ejemplo de caminar por fe, Josué ante Jericó, Elías ante los profetas de Baal y David ante los gigantes son ejemplo de pelear por fe. En el nivel de “vivir por fe” no peleas contra demonios sino contra tu propia desconfianza. No es Satanás ni las tinieblas quienes te atacan sino tu debilidad ante las dificultades. La batalla de la fe tiene que ver con enemigos que visitan tu casa, quieren quitarte a tus hijos, robar tu bendición y probar tu fortaleza porque ya caminas por fe. Sólo las batallas frente a los enemigos nos hacen más que vencedores. Caminar y vivir por fe no es pelear. Lucha seguro de la victoria porque tú y Él son mayoría y no temerás mal alguno ya que está a tu lado y te hará vivir confiado todas las noches de tu vida.

Pablo también añadió en 2 Timoteo 4:6-7: Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.

Pablo ya había peleado la batalla y acabado su carrera con fe.

Morir con fe

Hebreos 11:20-22 nos habla del quinto nivel de la fe: Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.

Por la fe debes decirle a tus hijos qué esperar cuando ya no estés con ellos. Jacob se agarró de un bordón y adoró al Señor porque sabía su futuro. Morir era ganancia y le declaró a sus hijos que les iría bien. Pidió que no lo enterraran en el desierto sino que cargaran con sus huesos hasta la Tierra Prometida. La seguridad es el nivel más alto de fe que podemos encontrar. Nacemos por fe, debemos aprender a vivir, caminar y pelear por fe para morir con fe. Hay promesas que tus ojos no verán y que deberás delegar a tus hijos y nietos con la seguridad de que Dios no miente. Él te ayuda a creer y esperar más allá de la muerte y desea bendecirte por generaciones. Dale gracias y aprende a desarrollar tu fe para vivir confiado porque tu futuro será bueno y el de tus descendientes será aún mejor.

martes, 10 de agosto de 2010

Conquistando la vida del pensamiento

En el nombre de Jesús tomo autoridad sobre mi vida de pensamientos. Aunque yo camine en la carne, no peleo mi milicia de acurdo a la carne y usando armas meramente humanas. Porque las armas de mi milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Yo derribo argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.

Con mi alma bendeciré al Señor con cada pensamiento y propósito en mi vida. Mi mente no divagará de la presencia de Dios. Mi vida glorificará al Padre. No tomo en cuenta el mal que se me ha hecho, no presto atención al mal que he sufrido. No tiene lugar en mi vida de pensamientos. Estoy siempre dispuesto a creer lo mejor de toda persona. Me ciño los lomos de mi mente y dispongo mi mente en las cosas de arriba, las cosas más altas, no en las cosas que están en la tierra.

Todo lo bueno, todo lo que sea digno de reverencia y es honorable y correcto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo digno de amar, todo lo amable y todo lo bondadoso y lo de gracia, si hay alguna virtud y excelencia en ello, si hay algo digno de alabanza, yo pensaré lo pesaré y tomaré en cuenta, fijaré mi mente en ellas.

La mente carnal no está operando ya, porque yo tengo la mente de Cristo, y sostengo los pensamientos de su corazón. Yo practicaré lo que he aprendido y recibido y escuchado y visto en Cristo, y tomaré el modelo para mi vida. El Dios de paz estará conmigo.


Escrituras de referencia:

* 2 Corintios 10:3-5
* Salmos 103:1
* 1 Corintios 6:20
* 1 Corintios 13:16
* 1 Corintios 2:16
* Filipenses 4:9
* 1 Pedro 1:13
* Salmo 103:1
* Colosenses 3:2

Transmisión de video En tiempo de crisis, ¡cree! en cashluna.org

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